viernes, 10 de agosto de 2012

SIN TEMOR A SEGUIR ADELANTE

UPB  
                                                                            Por: Helin Mestra Hernández

En medio del jolgorio, risas y gritos comienza su labor Eduardo Enrique Santos Castillo, cuando apenas son las cinco de la madrugada sale de su casa en una bicicleta con una canastilla donde transporta los pescados para vender , este señor lleva más de dieciséis años vendiendo en el Pueblo Pescado a orillas del río Sinú por la treinta y ocho con primera, nombre que hace referencia a los diferentes puestos de venta que allí se encuentran, a pesar de aparentar ser una persona delicada cuando grita ·pescado, pacora, bagre, boca chico, cachama bien fresquitos· percibes con su timbre de voz todo lo contrario, su entusiasmo hace que sin duda alguna los que se encuentren lejos de él lleguen a comprarle.

Aunque Eduardo Enrique se siente satisfecho con el trabajo diario, desde pequeño su sueño era tener una ferretería pequeña ya que siempre quiso lidiar con madera, pero el destino lo trajo a Montería dejando a San Pedro de Urabá su pueblo natal, allí fue donde aprendió a criar cerdo, gallina, patos y a ordeñar tres vacas que en un futuro serían la inversión de sus sueños, pero la realidad comenzó desde el veinte de febrero del 1995 cuando llegaron grupos armados ilegales desalojando a los habitantes del Congo una vereda del pueblo Urabeño, dejando sus pertenencias y la casa donde creció y compartió con su familia a lado de su esposa Yenis Guerrero Galindo y sus tres hijos Carlos Mario, Iván y Jonathan que hoy en día han luchado por superar los obstáculos que les presentó la vida.

Hoy en día una lata amarilla es cómplice y testigo del esfuerzo que a diario hace junto a su esposa, de moneda en moneda se van llenando los sueños y la esperanza de recuperar aquella felicidad que un día se extravió en olvido, sus hijos son la inspiración de la lucha y la perseverancia y aunque en ocasiones llega con el dinero para la comida,  la alcancía detiene su peso pero este no desfallece y al día siguiente continua emprendiendo  su labor.

La vida muchas veces transforma repentinamente las metas propuestas y la costumbre de lidiar día a día con el olor del campo y el caraqueo de las gallinas son el recuerdo de un pasado escrito en la memoria.

1 comentario:

  1. Helen, las fotografías debes incluirlas en el blgo, no enviarmelas a mi correo. Piensa en este blog, como un documento que puede mostrar tu trabajo a muchas personas, no lo pienses solo como el trabajo de una clase.
    Me gusta como escribes.
    Nota: 4.5

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